LA ESCLAVITUD
Filósofos moralistas y políticos que parecen estar de acuerdo substancialmente en los principios de la justicia, difieren notablemente entre sí, en el punto si la esclavitud es justa. La agudeza de este acuerdo hace de todo lo más notable, por la casi consideración unánime de la esclavitud –en dos sentidos de ese termino.
Como apareció en el capitulo de TIRANIA y DESPOTISMO, la condición de aquellos que viven bajo un mandato tiránico son generalmente concebidos como un tipo de esclavitud, envolviendo no solo la perdida de la libertad política sino también el sufrimiento de otros abusos o lesiones. Con la posible excepción de Hobbes, que dice que la tiranía es meramente una monarquía “de mal gusto”, ninguno de los grandes autores desde Platon y Aristoteles hasta Rousseau, Hegel, y J.S. Mill, escriben de la tiranía como una perversión del gobierno—injusta, sin ley, o ilegitima. La maldad de la tiranía para ellos, recae en la esclavitud de hombres que merecen ser libres, que deben gobernarse así mismos o por lo menos deben ser gobernados para su propio bien, no explotados por un mandatario que los usa para sus propios intereses privados.
Algunos escritores, como Montesquieu, que tiende a identificar al despotismo y a la tiranía, ven poca diferencia entre la subordinación y la esclavitud, considerando a ambos por igual como degradaciones. Aun Montesquieu –y con Aristóteles— también piensa que para ciertas razas de la humanidad la subordinación o esclavitud puede ser justificada. Mills mas tarde hace el punto comparable, que para personas en ciertas etapas del desarrollo político, la subordinación puede ser necesaria por un tiempo en preparación para la ciudadanía.
Las dos distinciones básicas en el estatus políticos que aquí son implicadas –entre la esclavitud y subordinación y entre la subordinación y la ciudadanía—son desarrolladas mas ampliamente en el capitulo de CIUDADANIA. La primera de estas distinciones se relaciona a la diferencia en la condición del hombre bajo la tiranía y bajo el despotismo benebolente; el segundo, a la diferencia en la condición del hombre bajo absoluta y bajo un gobierno constitucional.
El otro sentido en la que la palabra “esclavitud” parece siempre ser usada con la connotación de maldad, en el sentido en el cual Agustín habla de la esclavitud del hombre, como lujuria como consecuencia del pecado original; o según escribe Spinoza de la unión del hombre –la condición del hombre esclavo por la tiranía de sus pasiones—comparada con la libertad humana bajo el mandato de la razón. Este significado de esclavitud es discutida en otros capítulos, como en EMOCIONES y LIBERTAD.
La esclavitud que resulta de la tiranía de las pasiones es un desorden en el cual cualquier hombre puede sufrir; se deriva de la debilidad de la naturaleza humana que es común a todos nosotros. Similarmente, la esclavitud de una persona completa bajo el mandato tirano es una perversión del gobierno para todos los miembros de la comunidad, no solo para algunos. Pero si la esclavitud es defendida, es solo justificada para “algunos hombres” dentro de una comunidad, no para todos; o para una persona completa, no para toda la humanidad, pero solo para “ciertas personas” bajo ciertas condiciones. Con alusión a la esclavitud, el punto basico de justicia es, entonces, si “algunos” hombres deben ser esclavos o “todos” deben ser libres, no si “todos” deben ser esclavos o “todos” libres.
La distinción entre la esclavitud de algunos hombres dentro de una comunidad y la esclavitud de una persona completa, parece estar relacionada a la distinción entre la esclavitud económica y política. En el antiguo significado de la palabra “económica”, la esclavitud económica es el esclavo del hogar o la familia. “Un hogar completo” escribe Aristóteles, “consiste de esclavos y de hombre libres”. Los elementos de una familia son “maestro y esclavo, marido y mujer, padre e hijo”.
Esa distinción entre el esclavo y el hombre libre significa “económico”, en lugar de estatus político para Aristóteles, y para los antiguos generalmente, parece estar indicado por el hecho que, bajo ciertos tipos de constituciones oligarcas, el hombre libre esta excluido de la ciudadanía sin convertirse en esclavos. Pero en las antiguas repúblicas, democráticas al igual que oligarcas, los esclavos no eran elegibles para la ciudadanía.
A pesar de que la relación del amo y el esclavo es esencialmente económica en lugar de política, dicha esclavitud tiene un aspecto político en el sentido que algunos hombres no poseen funciones en el estado, excepto que servir a otro hombre. Aristóteles habla de ellos como necesarios para el estado, pero no, como ciudadanos. “La gente necesaria”, dice, “o son esclavos que proveen las necesidades de individuos, o mecánicos y jornaleros que son sirvientes de la comunidad”.
La marca de la esclavitud economía parece ser un tipo de trabajo que hacen los seres humanos y las condiciones bajo las que trabajan, donde la esclavitud política parece depender del tipo de vida que los seres humanos lleven, y las condiciones bajo las cuales viven en la sociedad. El esclavo económico sirve al amo a través de su trabajo. El esclavo político vive bajo el tirano. En la visión de Aristóteles es solo el hombre que es económicamente libre quien no tiene nada que perder ante los seres esclavizados por un tirano.
“Ningún hombre libre, si pudiera escapar, soportaría dicho gobierno”, escribe; pero los bárbaros, quienes “son por naturaleza esclavos”, no se rebelan en contra de la tiranía. Donde algunos hombres son libres por naturaleza, también existe una distinción natural entre la mujer y los esclavos, “pero entre bárbaros”, según Aristóteles, “ninguna distinción es hecha entre la mujer y el esclavo, por que no existe amo natural entre ellos: son una comunidad de esclavos, hombre y mujer”. Veblen, en La Teoría de las Clases Acomodadas, opta por una interpretación puramente económica de la esclavitud: “Existe razón para creer que la institución de la propiedad ha empezado con la propiedad de personas, primordialmente de la mujer. Los incentivos para adquirir dicha propiedad han sido aparentemente: (1) una inclinación para el dominio y cohesión; (2) la utilizacion de estas personas como evidencia de poder para sus propietarios; (3) la utilización de sus servicios.”
La diferencia entre la unidad economía –que puede incluir a lo que Mark llama el salario de la esclavitud del proletariado, al igual que la esclavitud y otras formas de servidumbre—y la condición política de aquellos esclavizados por un tirano no parece afectar el tema de la justicia. Aquellos, como Hobbes y Locke, que piensan que la guerra debe pagar por ser permitida y de vivir bajo la esclavitud, no parece preocuparse si la servidumbre toma forma de posesión privada por un amo individual o por la subordinación de una persona por un estado conquistador. Ninguno de ellos, como Aristóteles y Montesquieu, quienes dicen que algunos hombres o algunas razas son naturalmente servidumbre, parece ofrecer las razones para la esclavitud política, diferente de aquellos que piensan justificar la servidumbre económica.
Lo que parece afectar el punto concerniente a la justicia de la esclavitud es la diferencia entre el esclavo natural y el esclavo por la fuerza o bajo ley.
Esta es la diferencia entre el hombre que nace esclavo (no meramente nacido de esclavos y a la esclavitud) y el hombre que, nacido con una cualidad natural de libertad, es convertido en esclavo, por la herencia de sus padres esclavos, o por ser vendido a la esclavitud, o por que, por una razón u otra, ha renunciado de su derecho de nacimiento de la libertad.
Si ningún hombre es esclavo por naturaleza, entonces la única pregunta de la justicia concierne a las condiciones que justifican el hacer esclavos de los hombres libres. Esta puede permanecer la única pregunta aun si existieran los esclavos por naturaleza, si no puede ser injusto tratarlos como esclavos a aquellos que son por naturaleza esclavos, no más de lo que es injusto tratar a los animales como brutos.
En ambos casos algo de consideración puede ser dada a como los esclavos o animales deben ser tratados. “El trato correcto de los Esclavos”, declara Platon en Las Leyes, “es comportarse propiamente con ellos, y hacerles, si es posible, aun más justicia que aquellos que son nuestros similares”. La justicia también requiere, según Platon, que si un esclavo o animal hace daño, el amo debe pagar por la agresión.
Ya hemos observado que, con alusión a la esclavitud natural, el principal punto es el hecho. El hecho es la pregunta concerniente a la igualdad y desigualdad humana. Dentro de la igualdad de todos los hombres que descansa en su posesión común de naturaleza humana, ¿Existen algunos hombres inferiores por naturaleza en su uso de la razón o su capacidad para llevar la vida de la razón? ¿Dicha inferioridad los previene de dirigir sus propias vidas o hasta su propio trabajo a los fines que son las satisfactorias naturales de los poderes de hombre? Y si lo es, ¿Dichos hombres lucran por ser dirigidos por sus superiores, al igual que de servir a ellos y, a través de servirlos, participando en el bien mayor que son capaces de alcanzar?
Estas son las preguntas factuales que Aristóteles parece contestar afirmativamente al desarrollar su teoría de la esclavitud natural. Si los hechos son otorgados, entonces ningún punto sobre la justicia surge, Aristóteles puede decir que “el esclavo por naturaleza y el amo por naturaleza tienen en realidad los mismos intereses”. Es por la justicia heredada en la relación del amo y el esclavo cuando ambos son naturalmente relacionados y que Aristóteles puede criticar la injusticia de todas las formas convencionales de la esclavitud. Pero la pregunta factual debe ser encarada, como Aristóteles esta consciente.
“¿Existe algún otro con intención natural de ser esclavo” se pregunta “¿y para quien dicha condición es latente y verdadera, o es toda la esclavitud una violación de la naturaleza?” Aristóteles reconoce que “otros afirman que el mandato de un amo sobre esclavos es opuesto a la naturaleza y que la distinción entre el esclavo y el hombre libre existe solo por ley, y no por naturaleza, y al ser interferida, la naturaleza es injusta”. El mismo cuestiona la justicia de hacer esclavos o prisioneros de guerra, por esto puede ser violado por la naturaleza del hombre de alto rango que ha tenido la desgracia de haber sido capturado o vendido. Pero él piensa que el mismo tipo de diferencia que existe entre el hombre y la mujer –el macho siendo superior por naturaleza, y la hembra inferior; uno mandando, el otro subordinado al mando—puede extenderse a toda la humanidad.
“Donde existe dicha diferencia”, Aristóteles explica, “como aquella entre el alma y el cuerpo, o entre el hombre y los animales... el tipo más bajo es por naturaleza los eslavos, y es mejor para ellos que para todos los inferiores que deban estar bajo el mandato de un amo. Si el hombre difiere de otros en la mera forma de sus cuerpos, al igual como las estatuas de los dioses difieren de los hombres, todo indicaría que la clase inferior debe ser esclava del superior.
Y si esto del cuerpo es cierto, que tanto mas justo que una distinción similar debe existir en el alma... esta claro, entonces, que algunos son libres por naturaleza, y otros esclavos, y por eso la esclavitud es expendiente y correcta”.
De acuerdo a la teoría de la esclavitud natural, es tan buena para el esclavo tener un amo que para el amo tener a un esclavo. Esta reciprocidad de intereses no ocurre en la esclavitud legal o convencional. En ambos tipos de esclavitud, el esclavo es una pieza de propiedad, una posesión. Si por naturaleza o por institución, un hombre no pertenece así mismo; pertenece a otro hombre. “Él puede ser llamado, de otro hombre”, Aristóteles dice, “el que, siendo un ser humano, es también una posesión”. ¿Significa esto que el esclavo pertenece completamente al amo, en todo lo que es y que tiene? Parecería pertenecer a su amo al implicar que es una posesión; pero no completamente –en todo lo que es y lo que tiene... tan lejos como que es un ser humano. Aristóteles no introduce dicha calificación donde dice que “el esclavo es una parte del amo, una parte viviente pero separada de marco de su cuerpo”; además añade: “donde la relación del amo y esclavo es natural y son amigos con intereses comunes, pero donde descansa meramente en la ley y la fuerza”.
Aristóteles considera la diferencia entre el esclavo natural y otras formas de propiedad personal, ya sea animales domésticos, bestias, o instrumentos inanimados usados en el hogar para propósitos productivos. ¿Los esclavos, se pregunta, poseen alguna excelencia “mas allá y más alta que solamente cualidades instrumentales y ministeriales” del tipo que se pueden encontrar en las herramientas y en los animales?” ¿Poseen virtudes, y si de ser así, entonces “de que forma difieren del hombre libre?
Aristóteles responde diciendo que “al ser hombres y compartir el principio racional, parece absurdo decir que no poseen virtudes”.
Pero si los principios racionales en ellos son débiles y consisten solo en la habilidad para ejecutar decisiones –no para hacerlas o saber el fin para las que están hechas—el esclavo tendrá una capacidad para las virtudes que requiere; suficientes virtudes, por ejemplo, para “prevenirlo de fallar en su deber a través de la cobardía o falta de auto-control”.
Es precisamente por su limitada competencia y virtud que el esclavo necesita, y lucra por tener, a un amo. Aristóteles piensa que se encuentra mejor que el artesano. “El esclavo comparte la vida de su amo, el artesano esta menormente conectado con él, y solo obtiene la excelencia en proporcion en que se convierte en esclavo. La clase menor de mecánicos llevan una esclavitud especial y señalada, y donde el esclavo existe por naturaleza, no lo hace así el zapatero o el artesano”.
La “esclavitud separada” del artesano lo hace más similar al animal o a herramientas inanimadas en el sentido en el que es usado; según Aristóteles, es un instrumento de producción, mientras que el esclavo natural participa en la vida de su amo al no ser un instrumento de producción, sino una acción. El trabajo que hace el esclavo permite que el amo viva bien –para alcanzar la felicidad de la vida política o contemplativa... y desde que “la vida es acción, no producción... el esclavo es un ministro de acción”. Si el esclavo tuviera en su propia naturaleza la capacidad de felicidad humana, no fuera por naturaleza un esclavo, ni estuviera limitado al bien del servicio de la felicidad de otro hombre.
“Los esclavos y los animales brutos no pueden formar un estado”, Aristóteles dice, por que “el estado existe por la cordura, no de la vida, sino de la buena vida” y los esclavos “no comparten la felicidad y la vida de libre elección... Nadie asigna a un esclavo una parte de felicidad”, dice en otro lugar, “a menos que se asigne así mismo una parte de vida humana”.
De la mejor manera, esa parte puede provenir solo de ser parte del amo y de contribuir a la felicidad de amo. Pero a pesar de esto “el esclavo por naturaleza y el amo por naturaleza poseen en realidad el mismo interes”, el mandato bajo el cual el esclavo vive “es ejercitado primordialmente con el enfoque de los intereses del amo”.
La doctrina de Aristóteles de la esclavitud natural es rechazada por aquellos que afirman y apoyan la igualdad fundamental de todos los hombres en su humanidad común y en quienes, además, insisten que su desigualdad como individuos es en talento o capacidad, y no debiera afectar su estatus o determinar su trato. Sobre este terreno, los Estoicos Romanos y teólogos Cristianos parecen coincidir... y con ellos algunos pensadores modernos como Rousseau, Kant, Hegel, Mill –que todo hombre por naturaleza nace libre. La libertad, escribe Kant, pertenece “a todo hombre en virtud de su Humanidad. Existe, de hecho, una igualdad innata perteneciente a todo hombre que consiste en su derecho de ser independiente o ser relacionado a otros... en virtud de que puede ser su propio amo por Derecho”. El que “todas las personas están predestinadas a tener el derecho a la igualdad de trato” parece seguir para Mill el principio que “la felicidad de una persona, supuestamente igual en grado, cuenta tanto como la de cualquier otro”. Él “igual reclamo de la felicidad de todos” involucra “a un igual reclamo por todos los medios a la felicidad”, entre ellos la libertad.
Pero a pesar de que teólogos como Agustín y Aquinas niegan que la esclavitud será instituida por naturaleza, no parecen establecerla como contraria a las leyes naturales o a la voluntad de Dios. Algunas cosas pueden ser, de acuerdo a las leyes naturales, de dos formas, Aquinas dice “ Primero, por que la naturaleza se inclina además... Segundo, por que la naturaleza no requiere de lo contrario”. Al igual que podemos decir, en el segundo sentido, que la desnudez es natural para el hombre, “por que la naturaleza no nos dio ropas, sino que el arte las invento”.
Entonces podemos decir que todos los hombres son libres por naturaleza por que la esclavitud no fue instituida por la naturaleza, “sino impuesta por la razón humana para el beneficio de la vida humana”.
La institución de la esclavitud, donde un hombre pertenece a otro para su uso, aparece debido a la caída naturaleza del hombre, como una de las consecuencias penales de pecado original. Si el hombre hubiera permanecido en un estado de inocencia, un hombre hubiera gobernado a otro para el bien común, pero ningún hombre seria amo de esclavos usados para el bien del amo. Como “es un asunto delicado para cualquiera acercarse a otro para ser poseído”, continua, Aquinas dice que “dicho domino necesariamente implica un dolor infligido al sujeto”. Este dolor de la esclavitud en turnos parece implicar una contradicción a la visión de Aristóteles de la esclavitud que encaja en ciertas naturalezas y es para su beneficio.
“Por naturaleza, al ser creados por Dios”, escribe Agustín, “nadie es esclavo del hombre o del pecado”. Ambos tipos de esclavitud son “introducidos por el pecado y no por la naturaleza”. Ambos son castigos por el pecado, a pesar de que uno parece según Agustín mas grave que el otro. “Es una cosa feliz”, dice, “ser esclavo de un hombre, no de la lujuria”.
No el pecado, sino el ambiente, según Montesquieu, es la causa de la esclavitud y sobre este campo se ejecuta. A pesar de que piensa que “el estado de la esclavitud es malo en su naturaleza... no sirve al amo ni al esclavo”, Montesquieu, como Hipocrates antes que él, argumenta que los asiáticos son reducidos a servir por las condiciones físicas de su vida. “El reino en Asia”, escribe, “el espíritu servil que poseen nunca se han podido sacudir”. Bajo el despotismo asiático, donde las personas viven como servidumbre política, la esclavitud domestica es más tolerable que en otros lugares.
En esos países “donde el exceso de calor enerva el cuerpo, y recae en el hombre tan brutalmente, nada mas que el temor puede obligarlos a llevar a cabo cualquier deber laborioso: la esclavitud es... más reconciliable a la razón”.
Montesquieu parece aceptar la doctrina de Aristóteles con ciertas calificaciones. “Aristóteles se aventura a probar que existen los esclavos naturales; peor lo que dice queda lejos de probarlo. Si existieran, yo creo que son aquellos de los cuales he hablado”. La esclavitud es natural e inatural. “Al nacer todos los hombres iguales”, declara Montesquieu, “la esclavitud debe ser considerada como inatural, a pesar de que en algunos países puede ser fundada en razones naturales... La esclavitud natural, entonces, esta limitada a ciertas partes particulares del mundo”.
Pero al discutir los derechos de los europeos “para hacer de los negros esclavos”, concluye con la aseveración equivocada de que “es imposible para nosotros suponer que estas criaturas son hombres, por que, al permitirlos ser hombres, una sospecha seguiría de que nosotros mismos no somos cristianos”.
Al escribir acerca de las condiciones en los Estados Unidos hacia mediados del siglo IXX, Tocqueville compara el estatus de los indígenas con aquellos importados negros africanos. “Los indios mueren como han vivido, en aislamiento; pero el destino de los negros esta ligado en un sentido con aquella de los europeos. Las dos razas estas unidas entre sí; es igualmente difícil para ellos separase completamente o unirse”. El después continua diciendo que “el más formidable mal que amenaza al futuro de los Estados Unidos es la presencia de los negros en su suelo”. Si los esfuerzos del siglo XX para la integración, serán finalmente capaces de vencen los males de la segregación que todavía esta por verse.
Los comentarios de Hegel sobre la esclavitud de negros africanos por europeos corre de alguna forma diferente. “Tan malo como sea”, escribe, “la multitud en su tierra es aun más, donde la esclavitud absoluta existe”. Pero a pesar de que Hegel piensa que los negros son naturalmente esclavos, también dice que “la condición natural por si misma es absoluta e injusta”. Pero remover esta injusticia, no es fácil. “El hombre debe ser maduro” para la libertad, Hegel escribe. “La abolición gradual de la esclavitud es más sabia y más igual que su abolición repentina”.
Tocqueville distingue entre la esclavitud antigua y moderna por el hecho que “en la antigüedad el esclavo era de la misma raza que su amo y a menudo superior en educación e iluminación... El esclavo moderno difiere de su amo no solo en la falta de libertad, sino también en su origen. Se puede hacer al negro libre, pero puede ser prevenido de encarar al europeo como un extraño”.
Mill, como Hegel, también ve a la esclavitud como una etapa en el surgimiento de ciertas personas de la vida salvaje a la vida política, y mantiene que la transición a la libertad debe ser gradual. “Un esclavo propiamente llamado así”, dice, “es un ser que no ha aprendido a ayudarse así mismo. Esta, sin duda, un paso mas adelante que un salvaje. No ha adquirido la primera lección de la vida política. Ha aprendido a obedecer. Pero a lo que obedece es solo una orden directa. Es la característica de los nacidos esclavos el ser incapaces de conformar su propia conducta hacia una regla, o a una ley... Deben ser enseñados a auto-gobernarse, y esto, en su etapa inicial, significa la capacidad de actuar bajo instrucciones generales”. Extenuaciones de la injusticia de mandar a los hombres como esclavos, como aquellas propuestas por Hegel y Mill, son rechazadas por Rousseau.
La noción de que algunos hombres son por naturaleza esclavos, ya sea en Asia o Europa, parece para Rousseau ser una ilusión debido al hecho que aquellos que son hechos esclavos por la fuerza han tenido su naturaleza desfasada de la esclavitud. Aristóteles, dice, “tomo el efecto por la causa. Nada puede ser mas preciso que cada hombre que nace en la esclavitud nace para la esclavitud. Los esclavos pierden todo bajo sus cadenas, hasta el deseo de escapar... Si entonces existen esclavos por naturaleza, es por que han sido hechos esclavos en contra de la naturaleza. La fuerza hizo a los primeros esclavos, y su cobardía hizo perpetua su condición”.
Es difícil, piensa, para los filósofos “atribuir a un hombre una inclinación natural para servir, por que los esclavos dentro de sus observaciones parecen apegarse a la paciencia; fallan en reflejar y es con la libertad al igual que con la inocencia y virtud; el valor es conocido solo por aquellos que los poseen, y el gusto para ellos esta prohibido cuando están prohibidos de sí mismos”.
El punto concerniente a la esclavitud como una institución social o legal no parece ser resulta por los puntos de vista que toma el hombre sobre la esclavitud natural. Aristóteles, que sostiene que solo la esclavitud natural es justificada, critica a aquellos que “afirman ser injustos e inexpeditos en su propio caso, y no están avergonzados de tomar ventaja de otros; ellos demandan trato justo para sí mismos”, escribe, “pero donde otros hombres se preocupan, ellos no lo hacen del todo. Dicho comportamiento es irracional, a menos que una parte haya, y otra no, nacido para servir”. Esto no puede ser determinado por la conquista. Aristóteles cuestiona, entonces, la convención “por la cual cualquier cosa que se necesite en la guerra supuestamente pertenece a los victoriosos”, o el principio que “por que un hombre posee el poder de hacer violencia y es superior en fuerza bruta, otro debe ser su esclavo y súbdito”. Aquellos que “asumen que la esclavitud en concordancia con las costumbres de la guerra esta justificada por la ley”, son confrontados por Aristóteles con la pregunta: “¿Si la causa de la guerra es injusta?”.
Hobbes y Locke parecen tomar un punto de vista opuesto. El hombre en el estado de la naturaleza es libre, y pueden disfrutar tanta libertad como el poder que pueden resguardar. Aun la desigualdad natural en sus poderes no establece un derecho natural en la parte del mas fuerte para esclavizar al débil. Hobbes hace del derecho de mandatario o lo que la llama “dominio déspota” a depender no meramente en la victoria de la guerra, sino en camino en el cual el conquistado entra voluntariamente.
Locke esta en desacuerdo con Hobbes en que un hombre puede darle a otro el derecho para esclavizarlo al convenir convertirse en esclavo para escapar de la muerte. “Un hombre sin tener el poder de su propia vida”, escribe, “no puede convenir, o dar su consentimiento, para esclavizarse bajo alguien mas... Nadie puede darle mas poder el que él posee; y no puede quitarse su propia vida, y no puede dar poder sobre él”. Como entre los antiguos judíos, el hombre puede venderse así mismo en servicio temporal para pagar una deuda. Pero esto era un tipo de trueque, no esclavitud; “la persona vendida no estaba bajo un absoluto, arbitrario, despótico poder, y el amo no poseía el poder de matarlo en ningún momento, quien en un tiempo determinado estaba obligado de liberarlo de su servicio”. Ningún judío, Aquinas concuerda, “podía poseer a otro judío como absoluto esclavo, pero solo en un sentido restringido, como contratado por un tiempo. Y de esta forma la ley permitía que a pesar del estrés de la pobreza un hombre podía vender a su propio hijo”.
La esclavitud absoluta, para Locke, “no es nada mas que el estado de guerra prolongado entre el conquistador y un cautivo”. Esta dentro de la ley, él piensa, matar a un agresor violento, “ en contraste a la servidumbre limitada que un hombre puede contratar por un salario, la esclavitud absoluta “es el solo efecto de mandar que el agresor hace de su propia vida cuando se pone así mismo en un estado de guerra contra otro”.
En contra de Locke y Hobbes, al igual que Aristóteles, Rousseau niega que exista la justicia en la esclavitud –por naturaleza, por conexión o pacto, o por derecho de guerra. Pensar como Hobbes parece que, “el hijo de un esclavo viene al mundo como esclavo”, es en la opinión de Rousseau decir que “un hombre debe venir al mundo no como un hombre”, Rousseau también mantiene que “no puede ser autorizado por ningún derecho o ley”. Un hombre no puede perder su esclavitud vendiéndose así mismo a la esclavitud, al “renunciar a la libertad es renunciar a ser un hombre”.
En el lenguaje de Kant, “un contrato por el cual una parte renuncia a su completa libertad para la ventaja de otro, dejando de ser una persona y consecuentemente no teniendo deber aun obedeciendo al contrato, es auto-contradictorio, y es por esto nulo y anulado”. Al estar de acuerdo que dicho contrato es nulo, Hegel mantiene que “el esclavo tiene el absoluto derecho de liberarse”, pero añade que “si un hombre es esclavo, su propia voluntad es responsable de su esclavitud... El mal de la esclavitud recae en la puerta no simplemente de los conquistadores, sino en los mismos esclavos y conquistados”.
Como para Hugo Grotius y otros quienes “encuentran en la guerra otro origen para la llamada esclavitud correcta” –bajo las bases que “el victorioso tiene... el derecho de matar al conquistado, el sumiso puede comprar su vida al precio de su libertad”—Rousseau piensa que este argumento aminora la situación. “El derecho de conquista”, dice, “no tiene otro fundamento que en el derecho del mas fuerte. Si la guerra no le da al conquistador el derecho de masacrar al pueblo conquistado, el derecho a esclavizarlos no pude ser basado en el derecho que no existe”.
Desde que Rousseau niega que la victoria da al victorioso el derecho de matar a aquellos que han bajado sus armas, alega ser injusto hacer que el cautivo “compre su vida según el precio de su libertad, sobre el cual el victorioso no tiene derecho... Desde cualquier aspecto que plantemos la situación”, el concluye, “el derecho de la esclavitud es nulo y cancelado, no solo por ser ilegitimo, sino también por ser absurdo y sin significado. Las palabras esclavo y derecho se contradicen y son mutuamente excluyentes”.
En tiempos modernos al igual que en tiempos antiguos, las colonias europeas en el Nuevo Mundo, si no es que en la misma Europa, el trabajo esclavizado caracteriza a un cierto tipo de economía y determina la forma de producción, especialmente en la agricultura y minería. El esclavo es comprado y vendido como cualquier otra propiedad. Puede ser una fuente de ganancia para su dueño en el intercambio al igual que en la producción. El trafico de esclavos depende en la adquisición original, aun a través de los defectos de la fuerza o por la actividad de los comerciantes de esclavos que cazan a los hombres como si fueran animales, para transportarlos con cadenas y venderlos a la esclavitud.
En el mundo antiguo, los dueños de esclavos individuales emanciparon a sus esclavos, aun como, bajo el feudalismo moderno, un gran terrateniente como el Príncipe Andrés en Guerra y Paz liberó a sus sirvientes. Aristóteles habla de aquellos en su propio tiempo quienes se opusieron a la institución de la esclavitud; y los estoicos romanos hicieron grandes esfuerzos para mejorar las condiciones de los esclavos y para protegerlos legalmente en contra de los abusos. Pero parece no tener ningún partido político o movimiento político activo entre los antiguos, correspondiente a los abolicionistas y sus esfuerzos en los siglos XVIII y IXX. Aun entonces, sin embargo, los abolicionistas eran vistos como una minoría radical que no tenían respeto por los derechos de las propiedades y acerca de los derechos del hombre. Aquellos que estaban dispuestos en dejar fuera de la ley a los traficantes de esclavos africanos estaban menos preocupados por el trato de los hombres sometidos, una vez que fueran posesiones.
Madison, por ejemplo, refiriéndose a la prohibición que afectaba a la importación de esclavos a los Estados Unidos, que la Constitución pospuso hasta 1808, piensa que “es un gran punto ganado a favor de la humanidad, que un periodo de veinte años terminara para siempre, dentro de los Estados, un trafico el cual por tanto tiempo había apoyado el barbarismo de la política moderna”. Pero en otro documento los escritores de El Federalismo presentan su versión del argumento Sureño defendiendo las aportaciones e representación de la Constitución”.
Existen aun aquellos que, en el siglo XVIII, defienden el trafico de esclavos. Boswell reporta un argumento propuesto por el Dr. Johnson a favor del otorgamiento de la libertad para los negros, quien reclamo su libertad ante una Corte Escocesa en sesión. La adición de los argumentos del Dr. Johnson, según Boswell, llegaban a esto: “Ningún hombre es por naturaleza la propiedad de otro; el defendido es libre por naturaleza. Los derechos de la naturaleza deben ser de alguna forma anulados antes de que sean justamente arrebatados... y si no pueden darse pruebas, no dudamos que la justicia de la corte los declarara libres”. Admitir que Johnson pueda estar en lo correcto en este caso particular, Boswell protesta en contra de su actitud general hacia la esclavitud y el trafico de esclavos.
“Para abolir a un estatus”, Boswell escribe, “el cual en todas la épocas Dios ha sancionado, y el hombre ha seguido, no solo seria un robo de una innumerable clase de compañeros; sino seria extrema crueldad hacia los salvajes africanos”.
Dejando por un lado los asuntos de la esclavitud, economistas como Adam Smith y Marx cuestionan la productividad de la mano de obra esclava. Mejoras en la maquinaria “es lo menos que se puede esperar”, escribe Smith, cuando los propietarios emplean a esclavos como fuerza laboral.
La experiencia de todas las épocas y todas las naciones, creo, demuestra que el trabajo hecho por los esclavos, a pesar de parecer costar solo el mantenimiento, es el fin de cualquiera. Una persona que no pueda adquirir propiedad, no puede tener otro interes que comer lo más posible, y trabajar lo menos posible”. Él explica la falta de progreso mecánico en Grecia y Roma por el hecho que “los esclavos... carecen de inventiva; y todos los más importantes mejoras en la maquinaria, o en el arreglo y distribución del trabajo, que facilitan y llevan al trabajo, han sido descubrimientos del hombre libre”.
Marx también juzga “la producción por la mano de obra esclava” en ser “un proceso costoso... El principio, universalmente aplicado en este método de producción”, es “emplear los más rudos y pesados implementos “.
Pero Marx no limita su juicio de la esclavitud al criterio de la eficiencia, tampoco limita su consideración de la servidumbre a su más obvia forma de esclavitud y servidumbre feudal. Para él, todo uso de mano de obra por aquellos que poseen los instrumentos de producción involucra a la explotación; solo difiere en el grado en el cual los amos derivan un valor agregado a la mano de obra que poseen, a través de derechos de propiedad o pagos por salarios.
Según Marx, “la esencial diferencia entre las varias formas económicas de sociedad, entre una sociedad basada en la mano de obra esclava y otra basada en mano de obra asalariada, recae solo en la forma en la cual la mano de obra, en cada caso, es extraída del productor, el trabajador”.
Por que un trabajador es forzado a vender su fuerza de trabajo en el mercado abierto para subsistir, Marx toma a la llamada “libertad” como una ficción. “El contrato por el cual se vende al capitalismo.